Por Sandra Paul. Esta historia, escrita por Paula Marull, transcurre en un pueblo de alguna provincia donde el calor arrecia, de esos donde todavía se duerme la siesta. Se superponen las vivencias de varios personajes; por un lado, Natali de visita en la casa de Rita, dos niñas casi adolescentes, que hacen de esa hora de la siesta, a la que se resisten, una especie de realidad paralela donde todo es posible, desde lo más tierno hasta lo más cruento, con esa inocencia que hasta es peligrosa de tan inconsciente. Así, logran escapar de la verdadera realidad no tan grata que las atraviesa. Por otro lado, el tío Cristobal con un trastorno neurológico, que es como otro niño al que debe atenderse pero con mayor cuidado, siendo blanco permanente de las tropelías infantiles. El relato nos permite ver su dependencia y vulnerabilidad, pero también su ternura y la de quienes lo cuidan. Además, Hilda, la dueña de casa, es quien sale a trabajar, siendo aparentemente la única responsable...
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