Por Sandra Paul. Aquellos artistas que han recorrido pueblos olvidados del interior con sus obras, donde nunca pasaba nada, son homenajeados, aunque quizás no sea esa la intención, en esta obra que interpreta Manuel Vicente , haciendo gala de su gran versatilidad y trasladándonos a esa vida de trashumantes que, a su modo, han hecho patria. En un almacén de campo de los años '40 del siglo pasado, este actor en decadencia y director de una compañía teatral, de la que sólo quedan los recuerdos, nos cuenta sus vivencias, algunas divertidas, otras no tanto, que forman parte del anecdotario en el que muchos espectadores, especialmente actores y actrices, se sentirán identificados. Del relato se desprende cierta melancolía. Ginebra en mano, este personaje nos habla del afán de llevar obras clásicas a esos pueblos para fomentar una cultura que se da de bruces con la necesidad de sobrevivir, como en este presente que lo abruma, recurriendo al varieté y entreteniendo a a...
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