LINDA, LA DISCORDIA DE LA DIFERENCIA



Por Sandra Paul.
¿Cómo puedo describir mis emociones ante esta catástrofe? ¿Cómo puedo delinear al monstruo que había formado, con tantos pesares y desvelos? Sus miembros eran proporcionados y yo había elegido sus facciones para que fueran hermosas; ¡hermosas! ¡Gran Dios! Su piel amarilla apenas si cubría sus músculos y arterias; sus cabellos eran de un negro lustroso; sus dientes eran blancos como perlas; pero esto formaba un contraste mucho más horrible con su mirada acuosa que parecía casi del mismo color que las órbitas en las que estaban insertados sus ojos, con su tez marchita y sus labios negros y rígidos ( Frankenstein, Mary Shelley).
Estas son las reflexiones de un atormentado Dr. Frankenstein al darse cuenta de que su objetivo de dar vida a un ser perfecto había culminado en la más espantosa realidad de un ser monstruoso. Cabría preguntarnos ¿Cómo sería para el Dr. Frankenstein un ser perfecto? ¿Qué rasgos debería tener este ser para considerar que se habría alcanzado la perfección? ¿Cuáles eran sus parámetros? ¿Cuáles sus modelos? La perfección es una entelequia, una fantasía que se encuentra en la mente de cada persona y que se alimenta de representaciones y de imágenes idealizadas que son históricas, que cambian con los tiempos y los lugares. En la actualidad esta perfección irreal aumenta constantemente sus exigencias, cualquier variación o diferencia del modelo es considerada un defecto que se debe corregir.
Linda, la discordia de la diferencia es una obra corta sobre la belleza, los cánones culturales, el bullying intrafamiliar, la cirugía estética como opción ineludible de la modernidad.
Una madre (Gabriela Granda), completamente deformada por las innumerables cirugías que le practica su propio esposo (Daniel Silles), un médico cirujano de poco carácter, intenta convencer infructuosamente a su hija (Belén Azar) para que se opere la nariz.
La joven, ensimismada en su mundo de sueños propios, debe luchar contra una familia que se considera “bella”, aunque sea artificialmente, y que reniega de la herencia genética, pero en este punto el texto entra en contradicción debido a las razones por las que Linda no cede al pedido familiar. En este sentido, sería menester profundizar en una cuestión fundamental como la autoestima y su fortalecimiento.
Sin embargo, la propuesta genera muchísimos disparadores y sirve para abrir el debate que de hecho se produce al final con los espectadores, actores y la autora del texto (Susana Gutiérrez Posse).
Correcta dirección y puesta en escena de Marina Munilla y buenas interpretaciones, notablemente comprometidas, de los artistas mencionados, llevando adelante un planteo entre grotesco y absurdo que hace digerible una situación familiar siniestra cuyas consecuencias atentan contra la integridad física y moral de las personas.
Una escenografía austera, con elementos puntuales que sirven para imaginar el contexto, buen planteo de luces y sonido, en un escenario pequeño elegido para generar cierta intimidad con la audiencia.
Interesante propuesta para reflexionar largo y tendido, en tiempos de lucha por la equidad de género, la diversidad, el autoconocimiento y el amor propio.

Ficha técnico artística:

Actúan: Belu Azar, Gabriela Granda, Daniel Silles
Asistencia general: Facu Luque
Autoría y coordinación de debate: Susana Gutiérrez Posse
Supervisión En Dirección: Ana Alvarado
Dirección: Marina Munilla
Duración: 50 minutos

LA SEDE TEATRO
Sarmiento 1495 - Capital Federal - Buenos Aires - Argentina
Web: http://www.lasedeteatro.com
Sábado - 21:30 hs - Hasta el 27/10/2018

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